Papa
El cultivo de papa (Solanum tuberosum) es una actividad agrícola fundamental en regiones templadas y de altitud, dedicada a la producción de un tubérculo rico en almidón, vitaminas y minerales. Originaria de los Andes, la papa es una planta herbácea de la familia Solanaceae, con tallos subterráneos que forman los tubérculos comestibles.

El cultivo de papa requiere temperaturas entre 15 °C y 20 °C, buena exposición solar sin calor excesivo, y altitudes entre 1,800 y 3,000 msnm. Se adapta a suelos franco-arenosos o franco-limosos, bien aireados, con pH entre 5.5 y 6.5, profundidad mínima de 30 cm y alta materia orgánica. El riego debe ser regular y controlado, evitando encharcamientos que favorecen pudrición. La fertilización incluye nitrógeno, fósforo y potasio, además de micronutrientes como zinc, magnesio, boro, hierro y manganeso, aplicados según análisis de suelo.
Se recomienda sembrar con semilla certificada, mantener distancias de 70–90 cm entre surcos y 25–30 cm entre plantas, realizar aporcado y controlar plagas como gusano blanco y pulgón, y enfermedades como tizón tardío y sarna.
La cosecha se realiza entre 90 y 120 días después de la siembra, cuando las plantas se secan y los tubérculos alcanzan el tamaño comercial.
Nitrogeno (N)
Estimula crecimiento vegetativo, formación de hojas y tallos.
Potasio (K)
Mejora calidad, firmeza, resistencia a enfermedades y eficiencia hídrica.
Fósforo (P)
Promueve desarrollo radicular y formación de tubérculos.
Calcio (Ca)
Fortalece tejidos, mejora la piel del tubérculo
Magnesio (Mg)
Clave en fotosíntesis y formación de clorofila
Zinc (Zn):
Estimula producción de auxinas y crecimiento radicular
Azufre (S):
Participa en síntesis de proteínas y enzimas
Boro (B):
Importante en división celular y cuajado
Hierro (Fe), Manganeso (Mn), Cobre (Cu), Molibdeno (Mo):
Esenciales en procesos metabólicos y enzimáticos.









