El cultivo de jitomate requiere temperaturas entre 20 °C y 28 °C, alta luminosidad y humedad relativa de 60–80 %. Se desarrolla mejor en suelos franco-arenosos o franco-limosos, bien drenados, con pH entre 6.0 y 6.8 y alta materia orgánica. El riego debe ser regular y controlado, preferentemente por goteo, evitando encharcamientos que provocan rajado de frutos y enfermedades. En etapa vegetativa demanda más nitrógeno, mientras que en floración y fructificación se incrementa fósforo y potasio, junto con micronutrientes como calcio, magnesio, boro, zinc y hierro. El manejo incluye tutorado, poda de chupones y control fitosanitario constante. Se eligen variedades determinadas o indeterminadas según el sistema de cultivo, y la cosecha ocurre entre 70 y 90 días tras el trasplante, cuando los frutos alcanzan color y tamaño comercial.